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Traducción: Dalila Niño Moral
Cărţi pentru copii
978-973-122-043-7

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Érase una vez, en un lugar lejano, lejano y, aun así...

En este mundo inmenso, nuestro mundo, existen unos cuantos pares de orejas para las que el nombre de Rumanía resuena-suena a música y a pasteles. Lo vais a averiguar muy pronto, pues hasta unas Crías de Dragón emigradas a la luna pueden contar algo sobre Rumanía. Y es que en la luna no hay nada que comer y los Dragones chiquitines del año 420.724 están muy hambrientos y, como todo el mundo muy bien sabe, no hay nada mejor para calmar el hambre que un cuento...
Con la sabiduría que la edad le ha conferido, una vieja Dragona comienza a contarles sus recuerdos sobre el que fue su país, Rumanía, y sobre su buen rey, Vlad Dragos. Y así, en lo que duran unos viajes de ida y vuelta a la luna y en lo que tardamos en decir dos o tres adivinanzas, a las Crías de Dragón se les ha olvidado el hambre...

Zmeul din Lună - Le Zméou de la Lune (ro-fr) Traducción en lengua rumana: Geta Rossier.
Zmeul din Lună - Der Monddrache (ro-de) Traducción en lengua alemana: Mihai Draganovici, Renate Gebel, Herbert Gebel.
Zmeul din Lună - A Holdsárkány (ro-hu) Traducción en lengua húngara: Mátyás Vilma, Boldizsár Peter.

 



Acerca de mi proyecto

En mi país, Bélgica, conozco a otros Dragones, de los auténticos. En realidad se trata de niños. Y lo más interesante es que vienen de ese país que resuena-suena a música y a pasteles. Así que, he pensado que ellos bien podrían hablarnos un poco, o mucho, de esa famosa Rumanía, de la que vienen. Pues las Crías de Dragón que están en la luna todavía tienen hambre y, por ello, esperan sus historias. Nosotros también vamos a averiguar cómo es el país que existe en cada uno de esos niños; no demasiado grande, no demasiado pequeño, no demasiado lejano, y aun así...

La historia que Eliane Roussel nos ha contado me ha emocionado; todas esas acertadas palabras y las aventuras del rey Vlad Dragos... Además, el gesto de Eliane suscita mi curiosidad: una francesa enamorada de Rumanía que decide contar historias de ese país. Los cuentos de los rumanos sobre Francia revolotean por todas partes. Sin embargo, que las narraciones recorran el camino inverso... es más bien raro. ¡Y es una pena! Por ello, cuando leí este cuento, me gustó desde el principio. Sobre todo, porque Eliane se lo cuenta de verdad a los niños.

Soy estudiante de lengua francesa como lengua extranjera; estudio cómo enseñar francés a los extranjeros, a los rumanos, por ejemplo. Y para el trabajo que debo hacer antes de finalizar mis estudios, he decidido utilizar el cuento del Dragón de la Luna, para, así, conocer niños de origen rumano, emigrados a Bélgica y para que, por su parte, estos niños reconozcan su tierra de origen, la vuelvan a sentir y la imaginen a través del prisma de miles de kilómetros de distancia y de la diferencia de idiomas. Y así, intentar comprender al menos, como nos construimos, cuando estamos, como les sucede a ellos, entre dos países, entre dos lenguas, entre dos historias, entre los sonidos de dos músicas diferentes: un poquito belgas, un poquito rumanos y, al mismo tiempo, ni una cosa, ni otra. Complicado en suma.

De esta forma, gracias a esas palabras mágicas, con las que comienza el Dragón de la Luna: Érase una vez, en un lugar lejano, lejano y, aun así..., inventaremos otros cuentos. Porque, decididamente narrar es importante.

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